Antón
Eran otros tiempos. Portoviejo no se extendía más allá del cementerio y de las calles Nueve de Octubre y García Moreno. Esa era la ciudad hace 50 años, con los primeros carros, las retretas y las reuniones en las esquinas y portales.
Y aunque ahora son otros los tiempos, algo no ha cambiado en Portoviejo y se mantiene como detenido en el tiempo: la peluquería Antón.
Al igual que hace más de medio siglo, cuando empezaban el negocio, los hermanos Andrés Cristóbal (75) y Tomás Enrique Antón Meza (74) aún esperan a sus clientes en el tradicional local, muy visitado por varias generaciones. ¿Quién no se cortó el pelo en la peluquería Antón?, es el comentario general.
La tradición de la peluquería nació en 1925, como recuerda Andrés Cristóbal Antón, socio mayor de la peluquería. “Mi papá, Tomás Antón Ruiz, llegó de Bahía de Caráquez a establecerse en Portoviejo con peluquería propia. Se instaló en los bajos de la casa del doctor Palomeque, en la calle Sucre. La peluquería se llamaba La Jardinera. Luego se pasó a la calle Ricaurte, junto a la esquina de Pérez”.
Nace una tradición
“Me gustaba la peluquería y mi papá me enseñó. Por el año 1948, cuando tenía 18 años, me puse a trabajar y a invertir, a comprar cositas pequeñas: espejo, herramientas. Por el año 1950 monté la peluquería, que inicialmente abrió en uno de los locales de Joaquín Ramírez y luego se trasladó al tradicional local de la calle Ricaurte entre 10 de Agosto y Córdova.
A pesar del tiempo, la peluquería conserva los nostálgicos elementos que la han vuelto característica; como el sillón de caballito donde se sentaron cientos, talvez miles de niños, que imaginando cabalgar en el blanco corcel perdían su temor a las tijeras.
“La silla de caballo la compré en Guayaquil hace más de 50 años. Me costó 3.000 sucres, que en ese tiempo era plata. Fui el primero que incorporó a la actividad la máquina eléctrica y las sillas hidráulicas. Dos de estas las compró en 4.000 sucres cada una en el almacén Lozada”, recuerda Andrés Cristóbal.
“Portoviejo era un pueblo artesanal. La mayoría de la gente eran sastres, carpinteros, zapateros. Los inviernos eran buenos y se sembraba en los alrededores. Los productos se comercializaban en el mercado norte (donde hoy es el centro comercial)”, agrega.
La moda de la época
Ahora la gente busca los estilismos. Pocos buscan los estilos de corte, como cadete. Antes, además, nadie se hacía las barbas en la casa sino en la peluquería.
El corte de pelo costaba un sucre y el arreglo de la barba cinco reales.
Los clientes
Entre los que asistían como clientes regulares a la peluquería, estaban personalidades de la política, gente pobre y de la alta sociedad. “Mi papá le hizo el pelo al tenista Pancho Segura, por el año 36, y tenía como clientes, entre otros, a David Moreno Polo, Macario Gutiérrez, Hugo Ávila y Cristóbal Azúa, quien era mi cliente. Él llegaba de madrugada, a las cinco, y fue tanto la confianza que incluso me contaba sus intimidades”, rememora el mayor de los Antón.
Tomás Antón no se olvida del día que al lugar llegó Asaad Bucaram. “El señor era un poco duro en su trato y altanero. Me pregunto malcriado qué navaja usaba, qué marca tenía, que con qué le iba a hacer el corte”, recuerda.
Tomás Enrique no estaba de aguante y le dijo: “Yo soy el maestro profesional aquí. Si se va a hacer, dígame; pero de estarle diciendo que uso, eso sí que no”.
Después cuando terminé, me dijo: “Muy bien me has hecho, casi como en Guayaquil, donde hay buenos peluqueros. Aquí también. Te felicito. Gracias… y se fue”.
2 comentarios:
que interesante schuby, tu reportaje..te cuento que a nosotros de pequeño mi papá nos hacia cortar el pelo donde los antones,me acuerdo que estaban en donde hoy estan actualmente..yo berreaba porque no me gustaba que el peluquero me cortara el pelo..pues me dejaba a zorro..y salia llorando de ese local..le cogi tanto fastidio que cuando llegaba el tiempo de cortarme el pelo..para mi era un suplicio...hace poco lo visite, no se acordaba de mi,y le dije que yo era una de sus clientes cuando era pequeño. luego se acordo y se puso a reir por la berrietas quie hacía en el local.que tiempos aquellos..
Interesante nota, no sabía que este portal era tuyo, me gustó el reportaje a los Antón; ellos le cortaban el cabello a mi papi, ahora quien acude allá es mi hermano.
Saludos
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